Amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios (1 Juan 4:7)
El desafío del amor comienza con un secreto: el amor incondicional es algo que está más allá de nuestras capacidades humanas. No podemos generar ese tipo de amor por nosotros mismos, pero podemos recibirlo de Dios. Nuestra incapacidad para amar verdaderamente se debe a nuestra naturaleza pecaminosa.
Solo a través de Cristo y su amor podemos experimentar un amor que puede soportar todas las presiones y desafíos del matrimonio. Si nos entregamos a Dios y permitimos que su amor trabaje en nosotros, podremos amar a nuestra pareja de una manera más profunda y significativa. Si aún no hemos entregado nuestro corazón a Cristo, podemos hacerlo y recibir su amor y perdón. Si ya somos creyentes, pero nos hemos alejado de Dios, podemos volver a Él y experimentar su amor transformador en nuestro matrimonio. Confiar en Dios y permitir que su amor fluya a través de nosotros puede hacer maravillas en nuestra relación con nuestra pareja.
Manos a la obra
Vuelve a mirar los desafíos de los días anteriores. ¿Hubo algunos que te parecieron imposibles? ¿Has tomado conciencia de la necesidad de que Dios cambie tu corazón y te dé la capacidad de amar? Pídele que te muestre cómo está tu
relación con Él, y reclama la fortaleza y la gracia para resolver tu destino eterno.