Al que muy de mañana bendice a su amigo en alta voz, le será contado como una maldición. (Proverbios 27:14)
La mala educación y la conducta grosera pueden afectar negativamente el matrimonio y a los demás. El amor genuino impulsa a evitar acciones molestas y a comportarse de manera intencional. Los buenos modales demuestran respeto, valoración y crean un ambiente de honor, aumentando el nivel de respeto mutuo.
Es esencial aplicar buenos modales en todos los contextos, incluido el hogar. Permitir que el amor motive cambios en nuestra conducta mejora la calidad de la relación matrimonial. Aunque las mujeres suelen tener mejores modales, los hombres también deben aprender a ser considerados y ajustar su comportamiento.
La falta de buenos modales puede ser resultado de la ignorancia o el egoísmo. Los niños necesitan enseñanza en este aspecto, pero los adultos a veces muestran falta de preocupación por las reglas de etiqueta. Es importante reflexionar sobre cómo nuestra conducta afecta a nuestra pareja y considerar su valía y autoestima.
Si creemos que nuestro cónyuge debe cambiar en lugar de nosotros, es probable que estemos siendo ignorantes y egoístas. El amor nos motiva a comportarnos de manera superior y dejar de hacer cosas que molesten a nuestra pareja. Es esencial ser considerado y amoroso al evitar acciones desagradables para nuestra pareja.
Se ofrecen tres principios para practicar buenos modales en el matrimonio: respetar la regla de oro (tratar a la pareja como queremos ser tratados), mostrar la misma consideración que tenemos con extraños y compañeros de trabajo, y cumplir con las peticiones y deseos de la pareja. La comunicación y la disposición para preguntar son fundamentales para comprender las expectativas de comportamiento en la relación.
Manos a la obra
Píde a tu pareja que te diga tres cuestiones que le incomodan o le irritan de ti. Debes hacerlo sin atacar ni justificar tu conducta. Su perspectiva es la importante en este caso.