Te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Señor. (Oseas 2:20)
El amor es el fundamento de nuestra identidad como cristianos. Nuestro renacimiento espiritual se debe al amor de Dios, y Jesús nos instruyó a amar a Dios y a los demás con todo nuestro ser. El amor debe ser una cualidad distintiva en nuestra vida y debe expresarse con pasión y fervor. A veces, enfrentamos el rechazo de nuestro amor por parte de otros, pero la historia de Oseas en la Biblia ilustra cómo Dios nos ama incondicionalmente a pesar de nuestro rechazo. Dios nos muestra un amor fiel y redentor, incluso cuando no merecemos su amor.
El amor rechazado es un desafío que Jesús nos llamó a enfrentar. Debemos amar a nuestros enemigos y a aquellos que nos rechazan, reflejando así el amor de Dios que nos ama a pesar de nuestros errores. En el matrimonio, el amor puede enfrentar rechazo y traición, pero como seguidores de Cristo, debemos amar incluso cuando nuestros intentos son rechazados. El amor inmerecido que Dios nos da nos capacita para dar amor inmerecido a nuestros cónyuges. Debemos buscar el amor de Dios para poder amar a nuestros cónyuges de manera redentora y fiel.
En resumen, el amor es esencial en la vida de un cristiano. Debemos amar como Dios nos ama, incluso cuando nuestro amor es rechazado. Buscar el amor de Dios nos permite amar a nuestros cónyuges de manera redentora y fiel, reflejando así el poder y la fidelidad del amor de Dios.
Manos a la obra
El amor es una decisión, no un sentimiento. Es una acción que se pone en marcha, no un acto reflejo. Hoy mismo, elige comprometerte con el amor aún si a tu cónyuge ya casi no le interesa recibirlo. Dile hoy con palabras parecidas a estas: «Te amo. Elijo amarte aún si no me retribuyes».