Fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el Seol, los celos; sus destellos, destellos de fuego. (Cantar de los Cantares 8:6)
Los celos son un impulso fuerte y se dividen en dos formas: legítimos, basados en el amor, e ilegítimos, basados en la envidia. Los celos legítimos surgen cuando alguien amado se aleja y se reemplaza con otra persona. Sin embargo, nos enfocaremos en los celos ilegítimos, motivados por la envidia y el egoísmo.
Los celos ilegítimos pueden surgir cuando alguien tiene algo que deseas y te sientes eclipsado por ellos. En lugar de felicitar a esa persona, sientes odio y amargura. Si no controlas tus celos, pueden afectar tus relaciones y motivaciones, y alejarte de la vida de amor que Dios desea para ti.
La envidia lleva a peleas y cosas malas, como se ve en historias bíblicas de celos violentos. Los celos suelen surgir con aquellos que están en tu mismo entorno, como compañeros de trabajo o cónyuges. Si no tienes cuidado, los celos también pueden infectar tu matrimonio.
En el matrimonio, se te asigna la tarea de ser el mayor animador de tu cónyuge, celebrando sus éxitos en lugar de sentir envidia. El amor verdadero no es egoísta y no permite que los celos entren. Un esposo amoroso celebra los éxitos de su esposa y agradece su apoyo. Una esposa amorosa alienta a su esposo y no se compara con él. Es hora de dejar que el amor, la humildad y la gratitud destruyan los celos y unan a la pareja en el amor genuino.
Manos a la obra
Decide transformarte en el mayor admirador de tu pareja y rechazar cualquier pensamiento de celos. Como ayuda, toma la lista de atributos negativos que hiciste y quémala con discreción. Luego, dile a tu cónyuge cuánto te alegra algo que haya logrado hace poco.