EI que perdona la ofensa cultiva el amor, el que insiste en la ofensa divide a los amigos. (Proverbios 17:9 NVI)
La unidad en el matrimonio es incomparable a cualquier otra relación humana. Anhelamos ser conocidos, amados y aceptados, y el matrimonio ofrece la oportunidad de compartir nuestra vida con alguien que nos conoce en profundidad. Sin embargo, esta cercanía también puede ser peligrosa. Si el hogar no es un lugar seguro, ambos cónyuges pueden verse tentados a buscar seguridad en otros lugares, lo que amenaza la integridad del matrimonio. El temor y el fuego del matrimonio están presentes, y es importante evaluar si se experimenta más seguridad o temor en el hogar.
El matrimonio debería ser un espacio de libertad, donde no haya temor y se pueda ser uno mismo sin vergüenza. Es necesario guardar los secretos compartidos en el abrazo protector del amor y comprometerse a ayudar a la pareja a manejarlos. Algunos secretos pueden requerir corrección y sanación, mientras que otros necesitan ser aceptados y tratados con tacto. En última instancia, solo tú tienes el poder de rechazar o aceptar a tu cónyuge debido a estos secretos.
La relación íntima conyugal es similar a la que tenemos con Dios, quien nos conoce en profundidad. Dios nos ama a pesar de nuestros secretos y defectos, y nosotros deberíamos extender esa misma gracia y comprensión a nuestra pareja. Reconstruir la confianza puede llevar tiempo, pero es posible restaurar la intimidad en el matrimonio si ambos están dispuestos a aceptar el desafío.
Manos a la obra
Decide proteger los secretos de tu cónyuge (a menos que sean peligrosos para él o para ti) y ora por él. Habla con tu cónyuge y decide demostrar amor a pesar de estas cuestiones. Escúchalo de verdad cuando te cuente pensamientos y luchas personales. Haz que se sienta seguro.