Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. (Efesios 5:28)
El matrimonio es un lazo profundo en el que dos vidas se unen como una sola. A menudo, en nuestra cultura, se trata al matrimonio como algo desechable, similar a un objeto que se puede cambiar por uno nuevo cuando presenta problemas. Sin embargo, el matrimonio se asemeja más a la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo. Así como no cortaríamos nuestra mano si se lastima, sino que haríamos todo lo posible para sanarla, debemos cuidar y valorar a nuestra pareja.
Efesios 5:28-29 nos enseña que los esposos deben amar a sus esposas como a sí mismos. Ambos miembros del matrimonio son considerados como una sola carne y deben tratarse con amor y cuidado mutuo. Cuando amamos a nuestra pareja, nos amamos a nosotros mismos, pero también nos dañamos a nosotros mismos cuando maltratamos a nuestra pareja.
Es importante comprender que nuestra pareja forma parte de nosotros de la misma manera que nuestras manos, ojos o corazón. Debemos amar y valorar a nuestra pareja de la misma manera que cuidamos y valoramos nuestro propio cuerpo. Si hay dolor o frustración en nuestra pareja, debemos preocuparnos por ello y ayudar a sanar esas heridas.
Debemos valorar a nuestra pareja como un regalo precioso y tratarla con respeto, ternura y deleite. No permitamos que la cultura nos dicte el valor de nuestro matrimonio. En lugar de considerarlo como algo reemplazable, debemos verlo como una imagen de amor entre dos personas imperfectas que eligen amarse incondicionalmente.
Cada vez que miramos a nuestra pareja, recordemos que amarla es amarnos a nosotros mismos. Debemos tratarnos bien mutuamente, hablar bien el uno del otro y apreciar y valorar al amor de nuestra vida.
Manos a la obra
¿Qué necesidad de tu cónyuge podrías satisfacer? ¿Puedes hacer un recado? ¿Quizá darle un masaje en la espalda o en los pies? ¿Podrías ayudar con las tareas de la casa? Elige un gesto que diga: «te valoro» y hazlo con una sonrisa.